Era un adolescente, como cualquier otro, pero sabíamos que tenía algo especial entre sus dedos.
Era material preciado y valuado en el mercado de las fiestas nocturnas. Solía ser el alma de la fiesta, pero eso no le importaba.
Conocía mucha gente, con la cual salía cada noche de cada fin de semana. Bailaban, se emborrachaban, esporádicamente tenían sexo.
Su estilo era innovador, y siempre se hacía notar con sus atuendos.
Invertía todo su dinero en indumentaria, pero eso no le importaba.
Siempre fue muy franco, solía decir la verdad más dolorosa de la mejor manera, más allá de quien sea la víctima de su mente.
No creía en Dios, solo había sido bautizado y cuando era menester, resaba un "Padre Nuestro" que recordaba de la primaria.
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