" Recorridos conocidos de memoria, caminatas solitarias transformadas e paseos ilusoriamente amorosos. Miradas avergonzadas de nada, de todo. Ojos buscando respuestas a preguntas de terceros, sin ninguna importancia para los implicados. Risas nerviosas que se escapan de lo intimo y personal, de lo real y sinceros. Palabras torpes que camuflan otras ocultas. Comunicación para lingüística. Manos nerviosas buscando en que aferrarse para no correr, labios silenciado gritos de incertidumbre y confusión moralista. Felicidad iluminando ojos que llegaron a creer que solo sería para derramar lágrimas. Inocencia inicial, perversión final. Efectos sociales, físicos, químicos, hasta matemáticos quizás. Resurgimiento de melodías tabú, sonrisas intocables e impensadas molestan a quien solo quiere dejarse llevar por ellas. Esos, tan solo eso. Dejar de luchar, dejar el lado moral y correcto, dejarse llevar por lo que importa. ¿Y que importa lo que a otros les importa?
“Dejar de pensar y dejarse llevar”. No hay conclusiones, no hay más ideas, que las propias. No hay más recuerdos que revolotean cual colibrí polinizando una flor marchita.
Deseos insaciables de recorrer infinitas veces cada milímetro de piel, rizo por rizo, pestaña por pestaña. Poseer la nariz que se tambalea en mis hombros. Retener ese cobijo y paz que me entregan sus brazos. Sus ojos, mirada coqueta, intensa y de bien. Besos que trasladan a ninguna parte, interminable nulidad de pensamientos y represiones. Solo el miedo de decir algo de lo que me valla a arrepentir, porque de hacer, ya no me arrepiento de hacer.
Desear saber el pasado por el “deber” hacerlo y no por realmente querer. No importa (o si?) lo que digan, lo que crean, lo que sepan , lo que piensen los demás.
¿Cómo dejar de tomar en cuenta lo que a los demás les importa y no darle importancia? ¿A lo que realmente sientes? Siente, quiere, fluye flor olvidada por la humanidad."
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